
Durante el Renacimiento, los grandes homosexuales, desde Leonardo da Vinci y Botticelli a Miguel Ángel y Rafael, transformaron la historia del arte, alcanzando la imitación más cercana a la naturaleza mientras la alteraban a su gusto. De su arte nacieron seres ambiguos, mitad hombre, mitad mujer; senos femeninos colocados en bustos masculinos y la mirada de un hombre joven asomándose entre los párpados de una Madona