
Claude Monet (1840-1926) fue el pintor más típico y más individual asociado con el movimiento impresionista. Su dilatada vida y extraordinaria obra la dedicó a una exploración pictórica de las sensaciones que la realidad, y en particular el paisaje, ofrecen al ojo humano. Los álamos de Monet, los montones de granos, la catedral de Ruán y las pinturas de nenúfares, entre las obras más queridas del período impresionista, se crearon mucho antes de las corrientes de la vanguardia contemporánea y tuvieron una influencia inestimable en el desarrollo del arte moderno. Este libro traza la obra de la vida de uno de los pintores más queridos de la historia del arte.